Slim - Reseña crítica - Diego Enrique Osorno
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Slim - reseña crítica

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Biografías y memorias

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Slim: Biografía política del mexicano más rico del mundo

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9789873752193

Editorial: Editora Independente/Não Encontrada

Reseña crítica

A partir de una investigación periodística de varios años apoyada en archivos confidenciales y en más de cien entrevistas, este extenso reportaje narra la vida del mexicano más rico del mundo. Con incursiones en el reportaje político, social, histórico y policial, así como el testimonio directo de Carlos Slim, Diego Enrique Osorno relata esta excepcional historia. ¿Te animas a conocerla?

¿Cómo es un magnate?

Carlos Slim no es un multimillonario más. Es una de las personas que más dinero tiene en el mundo, en ocasiones por encima de Bill Gates y Warren Buffett.

En México no tiene competencia. Detrás de él asoman Germán Larrea, con una fortuna valorada en 14.700 millones de dólares y Alberto Bailleres, con 12.400. Todos los multimillonarios del país azteca suman 65.700 millones, sin embargo, esta cifra no supera los 72.000 adjudicados a Slim en 2014.

Es dueño del banco Inbursa, como lo es también de decena de empresas en una decena de países. Entre ellas destaca la mayor compañía de telecomunicaciones de Latinoamérica, una compañía industrial de cables eléctricos, hospitales, minas de oro, petroleras, equipos de fútbol, líneas de ferrocarriles y acciones de The New York Times y de AT&T, entre otras.

Aunque a pesar de tener todo eso lo que conocemos de él es más bien poco. Muchos saben cosas sobre él pero no tienen el coraje de hablar libremente. Por eso, existen más leyendas que relatos de este hombre que estudió ingeniería civil.

Si algo está claro es que su inteligencia y su capacidad para contratar asesores es innegable. Slim enfatiza su discurso público para dar consejos a quienes lo escuchan. No fue difícil para sus consultores de comunicación determinar el potencial de popularidad que posee ya que radica en un solo apartado: crear o alentar a los demás el sueño de volverse millonarios.

Elaboró un decálogo para sus empleados, que siguen atentamente. Ahí explicó los principios de su conglomerado de empresas.

Son estructuras simples, organizaciones con mínimos niveles jerárquicos, con flexibilidad y toma rápida de decisiones. Además, comenta que mantener la austeridad en épocas de vacas gordas fortalece, capitaliza y acelera el desarrollo de la empresa.

Los empleados deben estar siempre activos en el proceso de modernización, crecimiento, capacitación, calidad, simplificación y mejora incansable de los procesos productivos.

“El optimismo firme y paciente siempre rinde frutos”, señala muchas veces. “Todos los tiempos son buenos para quienes saben trabajar y tienen con qué hacerlo”.

Su imperio empezó a crecer en los años ‘80, cuando México sufrió una fuerte crisis. Aplicó una “mexicanización de empresas”, tal como le gusta decir que consistió en aprovechar ese momento para comprar a precios más bajos empresas que estaban controladas por capitales extranjeros.

No sólo es un hombre inmensamente rico: también es un estratega. En la visión del magnate, lo importante es que la riqueza “genere empleo, que genere más riqueza, que genere servicios o bienes importantes para la sociedad. Y que haya accionistas, que participen del producto y obtengan los impuestos”.

“Lo importante no es poseer riqueza, sino lo que haces con ella y qué tipo de riqueza es. Si lo que tienes es mucho dinero en efectivo o en inversiones y lo usas para viajar y andar de aquí para allá, te vuelves un parásito social. Es una situación distinta al empresario que está trabajando en el desarrollo y en la estructura de la empresa”.

Diez años antes de encabezar por primera vez la lista de multimillonarios de Forbes, Carlos Slim estuvo a punto de morir. Tenía una enfermedad cardíaca. En 1997, tras ser operado y casi fallecer, parecía que iba a retirarse de los negocios. No obstante, amarró su corazón y quiso continuar con sus empresas. Hoy el Texas Heart Institute, donde fue intervenido, es su consentido dentro de su política de donaciones. Tal vez sea una excepción sentimental en su filosofía pragmática sobre la generosidad.

Vivió otra dura prueba dos años después. Su esposa Souyama Domit Geyamel enfermó a consecuencia de una insuficiencia renal hereditaria y falleció a los 50 años.

Cómo empezó todo

Para entender mejor a este multimillonario es necesario hablar de su contexto familiar. Su padre y sus tíos llegaron a México desde el Líbano, Medio Oriente, a finales del siglo XIX.

Eran comerciantes y pusieron una mercería en el Distrito Federal. Debido al éxito que tuvieron, Julián, padre de Carlos, le compró la parte del negocio a su hermano José. Apenas diez años después de haber sido fundada, esta empresa tenía una mercancía por un valor superior a los 100.000 dólares y había adquirido casi una decena de propiedades en la Ciudad de México.

“Se anticipó al pensamiento empresarial de su época, pues tuvo un dominio profundo de la actividad comercial. Ya en los años veinte hablaba de que el comercio eficiente era el que vendía grandes volúmenes, con márgenes reducidos y con facilidades”, explicó Slim hijo sobre su progenitor.

Julián Slim además era un seguidor de Al Kataeb, la organización libanesa que en esos años recibió en secreto el apoyo del gobierno de Israel a fin de que consiguiera el poder político de Líbano. Los israelíes apostaron por la figura de Pierre Gemayel, tío político de Slim, como un aliado en el país vecino ante el incremento de las hostilidades hacia los palestinos. Bajo esa alianza, a largo plazo, sería enmarcada la masacre de Sabra y Shatila en 1982.

“Yo creo que mi papá no era un activista ni mucho menos. A lo mejor vino alguna organización maronita y la recibió, porque, eso sí, mi papá era muy maronita, pero no era gente de ir a misa diaria. Sí le gustaba ir eventualmente, pero a templos chiquitos y ya”, señaló cuando fue consultado por la relación de su padre con esta organización, a la que recibió en su casa en México.

Cuando tenía 13 años, su progenitor murió de un problema cardíaco. Sin embargo, antes de fallecer, Julián Slim Haddad le dio una educación financiera básica. Les daba a sus hijos una libreta de ahorros para que controlaran sus gastos, compras y movimientos. A partir de entonces para el pequeño Carlos la inversión y el ahorro fueron parte de su vida.

Al hablar de su niñez también resaltó las virtudes de su madre. “Era muy cordial, muy amable. De ella aprendí el sentido de la justicia familiar. Ella a mí no me regalaba nada si no daba algo igual al otro hermano”.

En su juventud estudió Ingeniería Civil en la UNAM, esta universidad vivió años turbulentos en esa época por las ideas revolucionarias influenciadas por la revolución cubana. Sin embargo, Slim estuvo al margen de todo esto, guiándose por historias de multimillonarios como Jean Paul Getty. Este explicaba que la radicalización al fin y al cabo no llevaba a nada. Además, su facultad no estaba politizada como la de Filosofía o Derecho, muchos alumnos de estas últimas fueron víctimas de la masacre de Tlatelolco años más tarde.

Según sus compañeros de estudios, no parecía tener un perfil empresarial cuando estudiaba en la UNAM. A algunos los sorprendió en 1967, seis años después de haber terminado la facultad, cuando los invitó a formar un club de inversores. Era algo totalmente novedoso para la época. Fue en ese tiempo cuando, ya casado con Soumaya, fundó Carso y empezó a trabajar como corredor de bolsa.

“Sí, leía a Getty en Playboy. Pero al empresario que más admiro fue a mi papá, hay muchos empresarios que tienen cosas notables, de los que puedes aprender mucho, pero en la vida personal no te convencen. Del siglo XX diría que el mejor empresario, en mi opinión, fue Thomas Alva Edison. Era un gran inventor, desarrolló varios inventos, era un gran científico. Él inventó todo. Un día mira en internet cuántas patentes tiene”, explica.

Además de sus padres, el seno familiar de los Slim está formado por los hermanos Julián, José, Carlos, Alma y Nour. Carlos Slim es famoso por tener un sentido del humor bastante relajado y una relación intensa con sus más cercanos.

Tiene seis hijos, tres hombres y tres mujeres. Carlos, Marco Antonio y Patrick Slim son directores de sus principales compañías. Soumaya, Vanessa y Johanna participan en actividades culturales, mientras que sus esposos ocupan puestos directivos en otras empresas de su suegro.

Hasta el momento, el magnate no ha contado cuál será el destino de su fortuna cuando muera. Aunque fue claro: “mis hijos no van a heredar dinero. Van a heredar acciones de empresas que tienen que administrar. Así, heredan responsabilidad y compromiso”.

Al servicio de la comunidad

“En la parte filantrópica lo que más me interesa es la educación y la salud. Al final para que acabes con la pobreza, tienes que generar los empleos para que las personas en el futuro tengan un empleo. Para que ese niño, cuando sea joven, tenga un empleo y su trabajo no sólo sea importante para la sociedad, sino para su propia dignidad”.

El dinero de Slim ha sido usado para capacitar a 5000 personas que trabajan en centros de tratamiento contra las adicciones. Además para crear equipos de atención psicosocial a pacientes en fase terminal en hospitales públicos. Entre otras cosas, su instituto de salud ha financiado el estudio de las bases genéticas de la diabetes y varios tipos de cáncer.

Cuando tomó el control de Telmex asumió el poder de un monopolio que legalmente era la única empresa con derecho a ofrecer servicios telefónicos locales y de larga distancia nacional e internacional durante seis años.

Una de las escasas obligaciones legales que tuvo que aceptar fue la de que no podría participar en el sector televisivo, dominado por Televisa. A su vez, esta empresa también estaba impedida de participar en las telecomunicaciones.

Cuando el poder y la generosidad de Carlos Slim trascienden a la opinión pública pueden meter en apuros a los políticos. Por ejemplo, le regaló una MacBook Air a la entonces presidente de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, frente a un grupo de periodistas. De allí surgió el cuestionamiento de que el obsequio era demasiado caro para un jefe de Estado. El empresario está ligado al país sudamericano por su estrecha relación con Juan Manuel Abal Medina tras haber comprado la compañía telefónica Claro y un porcentaje de la petrolera YPF.

También tuvo una relación cercana con Fidel Castro, antiguo presidente de Cuba. “Es alguien interesado en todo, curioso”, manifestó sobre el mandamás. “Creo que siempre ha sido importante para él que Cuba cambie y modernice su estructura. Cuba tiene una ventaja: tiene buena salud y buena educación”.

La idea de que es necesaria una ultraprivatización de las empresas públicas no es nueva. Mucho menos dentro de la visión de Slim. Ha propuesto privatizar carreteras y aeropuertos, como asimismo reducir la jornada laboral a tres días para contratar a más personal.

Notas finales

Usar la calculadora para sumar las donaciones del mexicano más rico del mundo nos generaría la impresión de que es un paladín de la filantropía. Sin embargo, en comparación con otros multimillonarios, con una fortuna acumulada de 75.000 millones de dólares, la escala de generosidad de Slim resulta mediocre.

Con todo su dinero podría pagar dos veces la deuda externa del Líbano. Todas sus investigaciones de salud podría financiarlas con lo que gana en tres semanas. El dinero que le ha regalado a Bill Clinton le costó una semana producirlo. La donación que recibió Shakira no le quitó ni un día completo de su tiempo.

Es como si los límites de su generosidad no excedieran el número de dígitos de la calculadora en su escritorio.

No obstante, es un personaje complejo que no merece la definición de mero tacaño. No regala dinero porque aspira a que su dinero siga produciendo más dinero, con él en medio.

Slim, según Diego Fonseca, “puede inscribirse en la escuela desarrollista de sentido amplio. Es un empresario formado intelectualmente en los sesenta. En esa época creían que podían construir grandes burguesías latinoamericanas siguiendo el modelo autónomo de desarrollo del capitalismo de las naciones centrales”.

Y 50 años después así fue. El magnate es la punta de lanza de un capitalismo latinoamericano que en la década de 1960 parecía muy remoto.

Tip de 12’

¿Te interesa conocer más mexicanos con historias interesantes? Entonces apúntate a “Había una vez mexicanas que hicieron historia”, de Pedro J. Fernández. Desde Laura Esquivel hasta Salma Hayek. Una serie de mujeres importantísimas para el país azteca cuentan sus caminos hacia el éxito.

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¿Quién escribió el libro?

Diego Enrique Osorno es un escritor y periodista independiente que ha cubierto y narrado varios de los sucesos más importantes de México y América Latina en lo que va del siglo XXI. Entre sus tr... (Lea mas)

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